Williamsburg, el barrio de Brooklyn que ilumina con murales y arte callejero



Tomando el ferry en East River esta vez elegimos llegar a Willamsburg que atrae por sus fábricas restauradas, cafés modernos, boutiques, conciertos al aire libre y murales que pintan al "nuevo Soho".

Seguir hasta Brooklyn caminando (y no tomando el ferry como es costumbre para ganar tiempo), nos da la imperdible posibilidad de cruzar el barrio judío de punta a punta, nacido durante finales de la década de los 40. 

Más de dos horas de andar nos acercó a vida y costumbres de la comunidad Satmar de familias numerosas que rara vez interactúan con el exterior, fachadas viejas y comercios austeros. Por momentos nos hizo dudar de que estábamos en la ciudad de los rascacielos. Un barrio marcado por la religión. Finalmente nos recibe Brooklyn pero de otra manera. Acostumbrados a llegar desde el ferry o famoso puente, ahora entramos a un boulevard con avenida ancha y árboles que hacen del andén central un túnel paradisíaco. Nos sentamos allí. Jamás hubiésemos visto semejante paraje si no habríamos llegado a pie. Atravesamos Brooklyn también! Tanto por ver cuando se deja el mapa y las indicaciones turísticas por un instante y dejarnos llevar por las ansias de descubrir zonas que evidencian simplemente el verdadero espíritu del pueblerino. Por último, ya cayendo el atardecer, lo que todos conocemos: uno de los boroughs más pintorescos y apacibles que se caracteriza por casas en hilera de frente de ladrillos y entradas con escaleras. 

Y una vista de Manhattan imposible de transmitir
















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