Alvaro Cortés, pediatra de todos



Médico de nuestros niños pero de grandes también.
No importaba la hora ni el día que se lo llamara. Con sólo golpear la puerta él estaba ahí.
El consultorio de su casa brindaba a quién quisiera pasar experiencia, humildad, profesionalismo, trabajo, dedicación y sentido común. 
Su vocación ha sido tal que jamás se deshumanizó.
La puerta abierta, el fichero intacto con anotaciones de pacientes que conocía desde recién nacidos (y que de grandes seguíamos recurriendo a él), el maletín de cuero para las visitas a las casas, uno que otro dibujo de sus hijos que entre libros y papeles amontonados decoraban la sala.
Tiempo... Siempre tenía tiempo.
Recetas sólo si era necesario. 
Nunca faltaban afectuosos consejos. Si un niño tenía fiebre indicaba terapia intensiva: la cama de los padres que todo sana.

Comentarios

  1. Unico!!!!
    Los que nos criamos ..crecimos en city bell sabemos de el
    Es asi como lo describiste maria celina lundin

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  2. "AGRADECER POR TU COMENTARIO EXQUISITO SOBRE ALVARO... HERMOSA PLUMA... UN BESO INMENSO..."
    GRACIAS MÓNICA VIDAL POR TUS ALENTADORAS Y LINDAS PALABRAS

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  3. Buenas tardes! Estaba buscando la frase del Principito que Álvaro tenía en la sala de espera...¿alguien la recuerda?

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