TOKIO, LA CAPITAL DEL ESTE


Si alguien me hubiese dicho alguna vez que conocería Japón antes de los veinte años, habría pensado que ni en mis mejores sueños podría suceder. Pero aquí estoy a punto de cumplirlos y adivinen qué, en diciembre se cumplirán dos años del viaje, y en la declarada como la cuarentena más larga del mundo uno puede darse el lujo de cuestionar si muchas de nuestras vivencias no fueron más que sueños. 
Me considero curiosa de nacimiento y quizá por eso amo viajar. No hay destino que no atraiga, pero sí hay lugares que encabezan mi lista de deseos y sin duda Japón fue uno de ellos. Voy a intentar en esta entrada no sólo hablar de mi experiencia sino también, quizá, logre atrapar a un que otro viajero. Para turistas están las guías de viajes. 
Antes que nada debo aclarar que fui afortunada al viajar con una de mis mejores amiga, nieta de japoneses, y su familia: no sólo me posibilitaron el ir allí sino también vivenciar el lugar. 
Desde Buenos Aires no hay vuelos directos a Tokio, la capital del país asiático, así que dependiendo la fecha en la que quieras viajar y/o la cantidad de dinero que puedas invertir, será la duración de tu vuelo, aunque en promedio diría que unas treinta horas. En mi caso particular volamos desde Buenos Aires hacia Nueva York, Estado Unidos. Y de allí a Tokio. En mi opinión, de lo más placentero porque adoro el ambiente de los aeropuertos repletos de viajeros con pasaportes de todo el mundo deseosos de conocer nuevos lugares y ampliar horizontes.
¡Si pudiese describir lo que sentí al llegar al Aeropuerto Internacional de Narita lo haría! Esa sensación de inmensidad, de desarrollo, ¡de vivenciar el primer mundo! Porque si podemos describir a Tokio en una sola palabra, sería indudablemente futurista.
Quiero aclarar antes de comenzar a hablar del viaje en sí, que la organización territorial de Japón es compleja y cuando haga referencia a Tokio estaré hablando de lo que internacionalmente se conoce como la ciudad de Tokio, el área metropolitana, aunque en verdad no es del todo correcto. Para los más curiosos: Japón está dividido en cuarenta y siete prefecturas y cada una de ellas se divide en ciudades, pueblos y aldeas. Además estas prefecturas están agrupadas en ocho regiones de las cuales Tokio se encuentra concretamente en la de Kantō. Tokio está a su vez subdividido en veintitrés barrios, veintiséis ciudades, un distrito subdividido en tres pueblos y una villa y cuatro subprefecturas subdivididas en dos pueblos y siete villas. El centro de Tokio, con sus veintitrés barrios, que se dividen también en distritos, ocupa un tercio de la metrópoli y esta sería es el área internacionalmente conocida como la ciudad de Tokio. 
Nos hospedamos en un hotel en el distrito de Roppongi, barrio Minato. Lo recomiendo altamente no sólo porque está estratégicamente ubicado sino también porque el ambiente de dicha zona es ideal en cualquier momento del día y para cualquier tipo de personalidad: ni muy ruidoso ni muy tranquilo. Además estás conectado mediante la red de subtes a cualquier punto de la ciudad y funciona de maravilla. El mismo viaje en subte es un paseo obligatorio si visitas este país.No me voy a detener mucho en esto, pero los subterráneos son mismísimas obras de ingeniería que funcionan a la perfección y te conectan con todos los puntos de la ciudad. Si no planeas quedarte sólo en la ciudad de Tokio, te recomiendo -aunque prácticamente es la única forma de recorrer el país de manera “accesible”- que previamente a viajar compres el Japan Rail Pass, que es un pase que dependiendo el paquete que elijas te permitirá viajar por todo Japón en el Shinkansen -red ferroviaria de alta velocidad- sin perder un segundo y evitando comprar pasajes de micros a larga distancia que resultan carísimos.
Volviendo a la ciudad Tokio lo que podría decir es que sorprende con sus más de mil caras. Tokio es historia, es cultura, es oriente con muchísimo de occidente, es cosmopolita, antigua y moderna, es sus parques, sus mujeres elegantes, sus mercados de comida, sus millones de personas viviendo en espacios reducidos, es caos y es respeto y también orden, así como es el silencio en sus subtes y la música de sus karaokes. Lo es todo y más.
Y entonces, ¿qué hay que hacer en Tokio?No voy a detenerme en describir las atracciones turísticas de cada distrito porque de eso hay mucho y de fácil acceso en Internet, pero me gustaría contar las sensaciones que experimenté recorriendo distintos puntos de esta inabarcable ciudad para transmitir un poco de lo que para mí es Tokio. Yo fui una semana, pero como toda buena ciudad cosmopolita podrías pasarte la vida recorriéndola y siempre descubrir algo nuevo.
Empezaré por Chiyoda. Para los amantes del viejo mundo no hay dudas que disfrutarán recorriendo este barrio porque te rodea a cada paso que das de imponentes edificios, sobre todo gubernamentales y embajadas del mundo: puede apreciarse una arquitectura con una notable influencia europea, que te hace olvidar por instantes que estás caminando en un país asiático. Desde la Estación de Tokio, un edificio de ladrillo de dimensiones inimaginables con influencia neerlandesa, al Museo Mitsubishi Ichigokan, de notable estilo inglés, pasando también por vertiginosos rascacielos de importantes empresas y entidades financieras que te transmiten el liderazgo japonés como gigante económico a nivel mundial, a parques de ensueño y el emblemático Palacio Imperial rodeado de sus jardines con fortalezas, pensarías por un instante que Tokio es mil lugares a la vez.
No muy lejos está Ginza, en el barrio de Chūō. Lo que podemos decir de este distrito es que, al igual que el anterior, se caracteriza por su glamour y exclusividad. No lo recorrí a fondo, pero sin dudas su objetivo es comercial y también financiero. Las grandes marcas conocidas a nivel internacional tienen sus más importantes tiendas en las calles principales y a diferencia de Chiyoda, comencé a presenciar caminando lo que me imaginé que sería la ciudad antes de viajar a Japón: grandes carteles brillantes con letras inaccesibles de entender y mucha gente yendo de aquí para allá. Si hay algo que te sorprenderá del japonés que vive en Tokio es el estilo y la elegancia con la que se visten. Las veinticuatro horas del día están como para ir a una gala e incluso en el subte verás a las mujeres retocándose el maquillaje y sus peinados.
Al sur de Chiyoda está Roppongi. Se caracteriza por su variada vida nocturna. Sus clubes y bares son una excelente opción para los jóvenes que buscan un poco de diversión en esta maravillosa ciudad. Sin embargo, si eso no te interesa no te resultará como inconveniente ya que si te alejas un poco -no mucho- de la calle principal tendrás una sensación de barrio residencial muy paquete con cafés y oficinas de lujo y maravillosamente cuidados parques. Además, en el barrio de Minato se encuentra la Torre de Tokio, emblema turístico, que nos defraudó en el Año Nuevo 2018-2019 manteniéndose apagada.
El barrio de Shibuya, al oeste de Roppongi, tiene que ser (si ya no lo es) el más emblemático de Tokio. Si vas de día creo que obligatoriamente tienes que volver de noche porque el espíritu del lugar cambia radicalmente. Primero voy a nombrar al famoso cruce de Shibuya, que a pesar de haberlo querido conocer con mucha ansiedad me sucedió como con todo aquello que es turísticamente característico del lugar, no me voló la mente. Sin embargo, la cantidad de gente que camina dicho cruce entre semáforos verdes es de película y te hace sentir pequeño. El resto de las calles están entre edificios grandes e imponentes, teniendo sí la posibilidad de cortar camino, o al menos de tomar una ruta distinta, cruzando los cientos de parques que ofrece el barrio. Quizá el que más me movilizó, seguramente debido a que fui en invierno y los cerezos de los demás parques aún no estaban florecidos, fue el que atravesando el Torii de cedro (arco tradicional japonés o puerta sagrada que suele encontrarse a la entrada de los santuarios sintoístas, marcando la frontera entre el espacio profano y el sagrado) que te recibe en su entrada- Nos guió por un bosque hacia uno de los tantos santuarios de la ciudad, en este caso Santuario Meiji. Allí podrás tener la experiencia de estar en el medio de una ciudad y no oír ni un alma. Fue el primer santuario típico de madera que conocí estando en Japón y el presenciar lo que significa para los japoneses sus templos, etc., generó una sensación de foránea que no había tenido en ninguno de mis viajes anteriores. Estando allí vivencié un típico casamiento en un santuario sintoísta y fue una experiencia que me llevó de lleno a enamorarme de lo mucho que significa para los japoneses su religiosidad y cultura.
Al norte de Chiyoda tenemos a Akihabara, un distrito del barrio Taitō, en mi opinión la imagen común que todos nos hacemos de Japón antes de visitarlo. Se caracteriza por comercios de varios pisos con fachadas decoradas con imponentes carteles de luz led dedicados a la venta de productos electrónicos, para hogar y uso propio, como también hay edificios enteros dedicados al entretenimiento audiovisual, como el animé y videojuegos. En Japón hay toda una cultura del entretenimiento construida alrededor de los centros de juegos electrónicos. Si algo es seguro es que nada pasa desapercibido en Akihabara, y luego de un rato de estar allí salís inmerso de esa cultura de la que hablé tan propia del lugar y cada vez más famosa en el mundo.
No muy lejos está Ueno, también en el barrio de Taitō. Ofrece una gran variedad de opciones para los amantes del arte y la historia como yo. Casa del famoso Parque Ueno donde se encuentran el Museo Nacional de Tokio, el Museo Nacional de Ciencia de Japón, el Museo Nacional de Arte Occidental, una sala de conciertos, la capilla Tōshōgū y el Zoológico de Ueno, entre otras cosas... hacen de esta área un lugar a donde se debe ir sí o sí. A pesar de estar en el medio de la ciudad, Ueno tiene callecitas de ensueño de mucha tranquilidad, casi barriales, que son un lujo caminar.
Por último, pegado a Ueno tenemos a Asakusa, también en el barrio Taitō. Siendo este distrito posiblemente el más tradicional y cargado de emblemas de la ciudad. El Sensō-ji y el Tokyo Skytree son sólo dos de los ejemplos de atractivos turísticos. Mi percepción fue que Asakusa también es centro de ocio para los residentes de la ciudad, ofreciendo centros comerciales, espacios de entretenimiento y una gran variedad de opciones gastronómicas. Estando allí se siente el espíritu de la ciudad y se la vive como si fueses del mismo Tokio.


Por Valentina Montalvo

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