Nueva York, la ciudad que nunca duerme

“Hay muchas manzanas en el árbol, pero si tomas Nueva York estarás eligiendo la gran manzana”





Nueva York  se divide en los distritos de Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island y ofrece tantas atracciones que no alcanza la vida para abrazarla en su totalidad.
Mapa en mano, sea cual fuere desde el barrio que se avanza, recomiendo tomar como punto de referencia parques de Manhattan como el Washington Square, Union Square, Gramercy, Madison Square, Bryant, Battery, Elizabeth Street Garden o Central Park.
Cuando se piensa en la Gran Manzana imaginamos postales de la transitada y bulliciosa Times Square, Empire State, Rockefeller Center, Lincoln Center, Madison Square Garden, Guggenheim, tiendas de la Quinta Avenida famosas por su glamour y buen gusto.
East Village, Soho, Nolita, Little Italy, Upper East Side, Chelsea, Greenwich Village, Tribeca, deslumbran e innovan cada segundo. Es una ciudad que destila arte: bandas de jazz un domingo temprano en el Washington Square Garden o un piano de cola que se acomoda más lejos para no interrumpir el resto de los shows... 
El Central Park, escenario de incontables películas, merece ser recorrido desde que nace hasta que termina, bordeando el Museo Metropolitano de Arte o el Museo Americano de Historia Natural, pasando por estanques y lagunas o castillos como el Belvedere,  disfrutando de ardillas insolentes y desinhibidas que se acercan graciosamente.
La salida desemboca en la 110. Seguir por Harlem y conocer John The Divine, una de las catedrales anglicanas más grandes del mundo. A unos metros, el campus de la prestigiosa Universidad de Columbia que ocupa seis manzanas y jardines que cautivan por impecable cuidado y mantenimiento.
Se puede bajar por el parque del Hudson en bici o a pie. A esa altura la vegetación de la costa es salvaje y más tupida.
El Upper East Side es la zona aristocrática. Mansiones como la de Henry Frick, construída en 1914, albergan innumerables colecciones de época. 
¡Y las terrazas! ¡Cada una con su particularidad pero hay para todos los gustos! A la tardecita, cuando cae el sol, la del MET maravilla con una vista única del Central Park.
Para los amantes del teatro, sacar entradas para musicales u óperas no debe ser pérdida de tiempo. Con sólo estar minutos antes seguro se consigue lugar. Y en el caso de que así no fuere, la cartelera es tan amplia que abruma. No hay excusa para perderse Broadway. 
Cruzando el Puente de Brooklyn llegamos a uno de los boroughs más pintorescos y apacibles que se caracteriza por casas en hilera de frente de ladrillos y entradas con escaleras.
Por otro lado, atravesar el High Line, terminar en un Café del Mercado de Chelsea y dejarnos seducir por barrios animosos y bohemios, galerías de arte, bares ocultos y gran movida nocturna es paso fundamental para sentir el espíritu neoyorquino.
Para los que ya han estado en la Gran Manzana sentirán que falta. ¡Y sí! Imposible resumir  y no marear al lector.
Intento abrir una ventana a quienes todavía no conocen. 
Nueva York vive las 24 horas y encandila dejando sin respiro y con ganas de más. 
Nunca es suficiente. 
Excusa perfecta para siempre volver.

Comentarios

  1. Respuestas
    1. Si todavía no fuiste, te animo a viajar a una de las ciudades más sorprendentes. De cada rincón, barrio, museo, edificio o parque se puede escribir un libro. Simplemente hice un resumen para transmitir alma y vida neoyorquina.
      ¡Gracias por tus palabras!

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